Mitad de junio
Se acercó a la puerta del local a saludar al portero. Le extrañó que hubiese gente que hacía años que no veía. Se abrió la puerta para dejar salir un cliente y entonces la oyó. Era la Les Paul que sonaba. Miró al portero fijamente mientras entraba en cólera y le preguntó -¿ha venido?
Habían estado enamorados. No un enamoramiento de adolescentes. Peor, un enamoramiento post adolescentes. Jóvenes pero con una cierta edad. Se conocieron de casualidad, una tarde en un bar, nada original. Un grupo de amigos de amigos. Amor a primera vista. Estuvieron locamente enamorados. Pero había una barrera invisible que los separaba: la diferencia de status. Ella de una familia bién, él un trabajador. La familia de ella no lo admitió. Ella dijo -cuando termine la carrera y encuentre trabajo nos vamos. Y entonces él desapareció.
Habían pasado diez años. Al principio nadie supo nada. Después se rumoreo que había cambiado de ciudad.
Cuando se conocieron él tocaba en un grupo los fines de semana. Aficionados que cubrían bajas de última hora de grupos más importantes o cuando no había programa. Principalmente versiones. Él tocaba la guitarra, una Les Paul de ocasión que le había costado un patrimonio y cantaba. En un sótano por el centro. Cuando se fué no se llevó su guitarra.
El local pasó por distintas manos con más o menos suerte y al final fue ella quién lo compró. Cada vez que el grupo tocaba, allí estaba su guitarra de pie esperando a ser acariciada. Ella había ordenado que se pusiera allí, esperando a su dueño. Pero que no podía tocarse de ninguna manera. Solo él podría tocarla.
Y ahora volvía a sonar. A la vez que aquella canción que había compuesto para ella: Con o sin ti.
Bajó las escaleras como hipnotizada. No había sentido nada igual. Allí estaba él. Tocando y cantando. Como si no hubiera pasado el tiempo. Guapo e irresistible como la última vez. Él la vió enseguida y la miró. Siguió cantando mirandola a los ojos
-Esperaré por ti
-Esperaré sin ti
-No puedo vivir sin ti
-Oh, oh, oh
Sonó la guitarra.
Nunca nadie la había visto llorar antes. Se dio media vuelta, subió las escaleras y salió corriendo.
Siempre me ha gustado la arqueología industrial. Probablemente tenga que ver con mi profesión. Y en especial las minas. A esto no le encuentro explicación; pero me atraen y me encandilan. Por eso me atrevo a publicar esta entrada que no tiene que ver puramente con la naturaleza. Aunque es cierto que las minas se encuentran en parajes naturales extremos. Sea en el norte las de carbón, sea cerca de la costa de Murcia las de hierro que fueron las que tuve la oportunidad de visitar: Mazarrón, Cartagena-La Unión, Portman, explotaciones ya abandonadas.
Os quiero compartir unas fotos tomadas en la zona para dar testimonio.
Para más información:
https://es.wikipedia.org/wiki/Sierra_minera_de_Cartagena-La_Uni%C3%B3n